GERARD MAS Y SUS DAMAS
Tomás Paredes
La Vanguardia, 18/11/2012
La escultura, que vive una época enloquecida, nada épica, de vez en cuando alcanza el sosiego y, desde el desasosiego general, se ubica en la serenidad, el orden, la belleza. Es la obra de Gerard Mas, que expone, hasta el 3 de enero de 2013, en su versión más amable, por primera vez en Madrid, si obviamos su presencia en el pasado ArtMadrid.
Gerard Mas (San Feliu de Guixols, 1976) se tiene por autodidacta, pues encontró la técnica en lugar de aprenderla. No obstante, estuvo haciendo talla de piedra con Lluis Cera Davins y en los talleres de escultura del Edinburgh College of Art. Ha ganado en dos ocasiones el concurso de escultura en hielo de la Escuela de Arquitectura de la Universitat Internacional de Catalunya. Ha intervenido en la reconstrucción del ornamento del Gran Teatre del Liceu, en la catedral de Vic y en la colegiata de la Seu Manresa, amén de varias colectivas y ocho individuales.
Talla y modela, tiene al modelado por el “lenguaje básico, el abc de la escultura”. Con el barro modela sus ideas. Es un escultor realista, preciosista por veces, con un proceso peculiar que parte de la maqueta y no del dibujo. Es amante de la fotografía y está por el uso de todas las herramientas que la actualidad le ofrece para culminar sus obras.
Esta muestra, de rubro Damas, incluye nueve piezas, todas en resina de poliéster policromada, pero, en realidad, hay seis damas, con ese toque entre renacentista rebulliano, un Cavaller de les vespes, una cerda y un suculento plato con un desnudo que titula Sepulcro comestible II. Son obras hechas en edición de siete ejemplares, con precio entre 2.200 5.200 euros.
Esta entrega de Utopia Parkway muestra una línea estética muy en la línea de Mas, que con sus Damas nos proporciona un respiro y una querencia por la escultura excelente.
Subversión irónica
Conxita Oliver
Definir la ironía no es una tarea fácil y menos aún detectarla. Palabra de origen griego, su significado ha ido variando a lo largo de los tiempos y según las culturas. La ironía ha sido un recurso utilizado en muchos campos y estudiado profusamente en la literatura y en la filosofía. No ha sucedido lo mismo en las artes visuales, a pesar de que los artistas, a lo largo del tiempo, han tenido en la ironía un recurso de amplios registros con que abordar la realidad y provocar la reacción del público. El gran maestro de la ironía en el arte contemporáneo fue Marcel Duchamp, quién con sus ready-made incluyó un cierto sentido de la subversión.
La ironía es un mecanismo muy utilizado por los artistas contemporáneos porque proporciona una visión crítica de la realidad y da muchas claves para la participación. En el dicurso de la ironía, el artista y el espectador se situan en el mismo plano, ya que ambos pueden entrar en un campo de posibles malentendidos y contradicciones puesto que no hay ninguna garantía de que el público entienda la intención original. El objetivo es entrar en el juego de la aceptación de la duda. Este mecanismo, se convierte en ideal para los artistas que pretenden poner en duda el discurso único, ya que la ironía nos obliga a reflexionar.
Estrechamente ligada a la subversión irónica y a la transgresión de la realidad, la escultura de Gerard Mas (Sant Feliu de Guíxols, 1976) plantea incómodas coexistencias de elementos que pertenecen a mundos diferentes. Unas impactantes convivencias que desconciertan e inquietan al receptor, una propuesta que apuesta por la ruptura y la fractura de las morfologías establecidas. Es precisamente este diálogo entre el mundo clásico y el contemporáneo, el pasado y el presente, la realidad y la ficción, lo transcendente y lo cómico, lo antropomórfico y lo zoomórfico, lo que produce unas imágenes sorprendentes, gracias a la paradoja, el enigmatismo, la contradicción y la ironía. Pese a que su obra tiene muchas afinidades estéticas con la tradición, la actitud anticonformista de descontextualización le atorga un sello muy personal que no pasa desapercibido a nadie. Una figura de corte cásico y con voluntad monumental, pero configurada por yuxtaposiciones inesperadas que nos lleva a una lectura irónica y a su vez onírica.
Las diferentes preocupaciones formales han estado en todo momento centradas en la expresión de los materiales (mármol, madera, resina) siendo los auténticos protagonistas, precisamente porque descubre en ellos todas sus características primordiales. El abanico de intervención de cada uno de los materiales y su manipulación es en todo momento sutil, esmerada y perfeccionista con el fin de conseguir una voluptuosidad tàctil y sensual.
De formación académica, Gerard Mas relee pinturas del tardo gótico y del Renacimiento que convierte en retratos imaginarios con el objetivo de provocar intercambios y metáforas visuales. La representación pide salir del lienzo para que sus trampas visuales adquieran tridimensionalidad y corporeïdad. Practica la escultura concebida como una forma más de apropiación , planteando diálogos entre tradición y modernidad, citas cultas traducidas con importantes toques de ironía. A Mas le interesa la imagen entendida des del punto de vista de la visualización, vaciada de significado histórico, puede que como paradigma del conocimiento actual en el que la imagen suple al contenido. El ejercicio lingüístico que consiste en ofrecer una nueva versión de la imagen ya existente, cambiando su código y alterando su sistema, éste es su principio troncal. El repertorio de visiones del pasado a través de dislocaciones expresivas y la incorporación de elementos dispares le sirve para establecer un diálogo con el arte des de el arte, rompiendo cualquier lectura histórica.
Los títulos de sus obras son del todo elocuentes y sobretodo la serie Dames es un buen ejemplo de la representación de actitudes absurdas y de situaciones grotescas; piezas de una ostentación estática totalmente anacrónica. Mientras los rostros de las damas son dulces y encantadores, suaves y delicados, con una piel blanca y nacarada, unas avispas en lugar incómodo en Dama de les vespes, un termómetro colgando de los labios en Dama del Termòmetre, una burbuja de chicle en Dama del xiclet o unas ortodoncias en Dama de l’ortodòncia, rompen la idealización perfeccionista de sus bellezas cristalinas y diáfanas para contraponerla a la realidad, fealdad y miseria humana. Una de sus piezas más impactantes es la Dama de la rata; una relectura de la Dama del armiño (un mamífero de la família de los mustélidos), obra de Leonardo da Vinci, que en vez de sostener y acariciar en sus manos a ese animal- símbolo de pureza por su pelaje blanco- sostiene una rata, un animal desheredado y maldito.
En definitiva, asociaciones, correspondencias y desplazamientos los de Gerard Mas, que crean situaciones de contraste y de choque que sacuden al espectador y le obligan a buscar nuevas relaciones formales y significativas en la evocación de cada propuesta.